
Somnolencias y descensos líquidos de lo que será un holocausto,
las guerras internas espolvorean su arsenal
en las trincheras del abandono,
en los refugios de la derrota más esperada,
explosiones que se apagan en un cuerpo degradado a baja,
triste balanceo frente a la luz escribiente que me sostiene despierto
con más muletas que sonrisas.
Y se oyen las bombas de la deshora desde el otro lado del frente,
polvo y tierra en los versos que resisten el aborto circunstancial,
las lunas se ocultaron con los primeros fuegos,
por mi casco una conciencia,
por mi fusil una pluma,
por mi poesia una batalla.
Tal vez la perdición me haga preso,
y las torturas se ensañen con el interrogado,
pues ya pueden seguir golpeando...