
Los hachas espúreos de la sin razón
han cursado hoja de plata,
sangrantes los tapices,
lo confiado y lo ciego.
Restos de un accidente sin victimas,
un atropello invisible,
un ladrón de cartas,
una esfigie quemada,
una suerte cobarde,
un suspiro irresponsable...
éstas y otras cosas
me hicieron hacerme mosquito,
silencioso y cauto,
paciente salabre.