
En tu cariño vi los huesos más polvorientos,
las delgadeces más atroces
y las risas con aborto.
En tu cariño pasaban cosas muy extrañas,
si el humo venía niño
tú y él jugabais en tu cariño
que ya no parecía tan pobre,
pero si el humo venía adulto
tú desaparecías en sonrisas muertas
que te afeaban la cara.
En tu cariño, triste indigente,
aprendí a no añorarlo
ni a reclamarlo.
En tu cariño los dos pasamos hambre,
de noche, tarde o día,
pues tanta fue la gana
que se te murió de poco agradable.