
Delgado cuchillo es éste odio de caldo frío
y posos de porcelana añeja
pues de mis deberes nunca la calma contraje
que a mi pesar intenté ordeñar con sangre
sobre pezones de miseria y mugre
cuando la perdición es lo único que no se comparte,
mirarme bien, también en el regreso
pinto vidrieras rotas
y amamanto el desastre.
Vivo en la insolencia de la palabra esclava
de un hambriento pensamiento de estercolero
que por creerme intocable
acostumbré al llanto a engullir marineros.