El día es un camerino
de personajes de mí,
mi yo más exacto y preciso
lo bautizo en el tiempo
desde que me despierto
hasta que me levanto,
pues seguido se me adhiere el mundo
donde son varios mis parecidos
los que ocupan los quehaceres
de mis relaciones y labores,
hijo distante, hermano protector,
hombre amante y poeta solitario
pueden ser algunos de los trajes
que visto con la suavidad de un guante.
Pasen y vean las alternas funciones,
las que nacen y perecen,
nombre fijo, mente mutante,
sólo en el orgasmo el yo desaparece
y en la compañía se deshace.
Transcurrido el día llega la noche,
vuelvo a mi cama, cierro los ojos
y mi yo se unifica, en verdad desvanece.
