
¡ Y cuántos imbéciles llenan tu antónimo !
que fue en la locura y el adorno
donde aprendí a valorarte como lo que eres;
un tesoro que todo lo amaina.
Pobre será el que piense y crea
que se te llega por los besos,
pues un beso puede estar
tan vacío como un sombrero,
ni tampoco se te encuentra en el silencio,
en el sexo o el juramento,
a ti sólo se te alcanza en el desborde,
en el tacto fino, la gracia o en el molde.
Ni las guerras serían guerras
ni la muerte negra
si tus embajadas coparan
los mundos de hoy
como las palabras o las plagas.
Gratuitamente naces y ricamente caminas,
que ni tesón ni sudor se precisan
cuando tu canto bondades arrima,
que tu sencillez los campos florece
y de tu amor los cielos minas.