
Mi insomnio y tu cansancio
es una pareja tan miserablemente perfecta...
en una esquina de lo que iba a ser banquete,
una cama muerta,
si, sólo una cama.
En el otro vértice
de lo que es un esqueleto de carnes
vengo yo a reducirme a cuatro letras,
simples y compactas todas ellas,
un pene y una mesa,
nada más que eso
y nada menos la soledad.
De resplandores hemos venido
a ser sombras separadas por la intriga,
el pasillo se tornó eterno,
el silencio cojuelo,
quizás ya me haya masturbado,
quizás ya estés durmiendo...