sábado, 12 de febrero de 2011

SEÑOR DE LA MIERDA




Reuniendo a los ayeres herreros
de una presencia dispuesta en este hoy,
misionero y alquimista,
tiempo redentor
que me vienes a llamar con orgullo
en los desfiles más belicistas.
Invocada la bruja Palabra,
agrupando líneas, vocablos con galón,
aires sonantes de pluma dicha,
de todas las supuraciones
sobradamente vistas,
invasión de los versos más graves,
benditos señores,
atriles de papel y tinta,
un aplauso merecido
a mis bastos tenores,
que les vengo a hablar
de los venenos por sorteo
con guiños en la tragedia,
poción, brebaje, licor de los males,
suerte cojuela y prostituta,
avara en contenciones,
intriga en los creyentes,
reclutamiento y patraña,
limpios los Dioses en las resultas de la muerte,
que no hay mayor disparate
que pensar en la sin gracia
como fuente inoperante.
Infortunio galopante,
de travesías errantes y podridas,
señor de la mierda,
palangana de infinita mugre
con lavados en lo más cobarde;
espectro del pésimo tino, destino ajado,
verdugo traicionero, ángel de los pobres,
ogro de estrellas caídas, agujero mal nacido,
que en el picar de tus miserias
has puesto las peores alergias
para quienes se topan con tu asilo.