miércoles, 19 de octubre de 2011

LA CONQUISTA DE CONQUISTAS



Me entraste por tantos frentes que fue imposible no capitular.
Me entraste implacable,
con el silencio de una epidemia,
y la inmisericordia de una invasión.
Me entraste por la nariz
como brisa perpetua,
como oxigeno primordial
y perfume imborrable.
Me entraste por los ojos,
como un sol de agosto,
atraco de las cegueras que son sus rayos,
como un colirio de fuego
me quedaste tatuada en las pupilas,
que ya sólo son espejos temblorosos de tu imagen.
Me entraste por la piel,
como agua filtrada en los poros
y electricidad cuadrando firme al vello,
desde articulaciones hasta planicies de carne,
desde cordilleras hasta badenes,
la conquista de conquistas,
todo quedó preso,
mis profundidades y mis relieves.
Me entraste por los besos,
como un torrente de algodones rojos
impactando a mi boca
lo que tus sentidos a mi alma,
diluvio de las aguas de tu saliva,
que majestuosas y reinantes
llevan el agua de mi vida.
Me entraste tan perfectamente que fue imposible no germinarme,
pues en mi corazón bastamente florido,
y en mi mente claudicada a tus esencias y maneras,
hay sendas banderas con tu nombre.