
La luna está sedienta de nosotros,
sus aguijones de luz muerta
nos traen lo que fuimos y lo que seremos;
lingotes de noche en jugo y vinilo,
almas vagas que se dislocan en su retorno.
Sabemos a piel y memoria,
olemos a regresos bastardos.
La luna está sedienta de nosotros,
sus fieles caminos nos perduran
como la diana a sus dardos.
(Poema perteneciente a 'El Tiempo y La Saña')