Entregado,
a tu terrenal imagen de luz,
con sus brisas en las caricias,
y sus primaveras de a pie,
con sus mil oficios donde me lo eres todo.
Entregado,
a tus paseos floristas por mi alma,
donde me habitas con costumbre,
como las palomas bajan a los parques,
que no hay rincón mío que no te llame.
Entregado,
a tu naturaleza albina y serena,
a tus presentes relucientes de oro ofrendado,
donde mis
templos portan tu paz
en el solemne milagro de los que amamos.