¡Que
me detengan el tiempo igual que a un muerto!
que
me paren el minutero y no el caminar.
El
reloj es terrorista en sus cuentas,
silencioso
sibilino de las muñecas preciosistas,
cada
cumpleaños en una bandera de la parca
alineada
y puesta en tu espalda.
Que
me cesen calendarios que resten vida a mi vida,
que
me aparquen el desgaste,
maldito
menguar de los que no se quedarán,
no
quiero experiencias a cambio de latidos,
el
truco de una salida por vagina
por
una entrada en cementerio,
el
trueque imperativo,
no
deseo amistades con la nada que seré,
con
la que fui y con la que soy a veces,
lacónico
bombeo de ojos abiertos
me
sublevo a la condena de marcharme ,
no
pedí venir y no pediré irme,
muñeco
de los dioses con acento en la escritura,
estupor
de mañanas que no querré,
anti
adioses, enfrento despedidas
con
las espadas de las tintas.
¡
Qué me priven de los pasillos que me llevan al cierre!
En
mis brújalas no hay rumbos verdugos
que
lleven a un final en madera o en llamas,
que
no me faltarán tablones que poner en bultos
para
impedir la bajada madura de mis persianas.