sábado, 26 de septiembre de 2009

EL ZUMBIDO DE UNA LÁMPARA



El zumbido de una lámpara
desnuda el amarillo malparido
que viola la vertical de las paredes
y el llano del suelo que me soporta
Un ordenador a media hasta,
pequeño cajetín con botones
que copia cuanto pienso
en una hoja con iconos.
Jamás escarmiento
de mi pretérito compuesto,
de sillas que no dicen
y cortinas que testifican
mi nariz maltrecha
y mi oído de risas
y tapones cuando hay agua.
Vengo cargado de bares
y ruidos ancestrales
que hace poco eran conversaciones,
valores aprendidos
y retenidos para el asalto.
Me vivo, como la arena húmeda
que lo recuerda todo tras el límite,
hay noches que soy libre
y otras que son ésta
donde vomito vértices
a su paso por las ferias.
No me canso de ser puerta
que no se acierta a decidir,
las puertas más puertas
sólo son espectadores en la contienda,
alguien da tregua,
y es mi similitud con la benevolencia
lo que me hace ser entero
buscándome a tientas
entre vasos y versos de mierda.